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«El perseguidor», de Julio Cortázar

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Fecha Publicación: 01/11/2023 - 21:20
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En este relato incluido en la colección “Las armas secretas” (1959), Cortázar pone de manifiesto cómo un verdadero artista parece estar preocupado siempre por asuntos en los que nadie piensa ni se detiene a reflexionar y por ello también se siente ajeno a su realidad y hasta furioso de no encontrar ningún eco fuera de sí mismo que lo acompañe.

Al parecer, algunas de las manías que atormentaban al protagonista Johnny Carter (inspirado en el saxofonista Charlie Parker) eran producto de la esquizofrenia, las drogas y el alcohol, como su obsesión con el tiempo, por ejemplo. Se nos cuenta que Carter, desde su niñez, estaba acostumbrado a oír, en el hogar paterno, discusiones sobre dinero y sobre la falta de alimentos. Estas continuas riñas, unidas al hambre constante de la que era presa, lograban que los días se le hicieran dolorosamente eternos. Pero esto se acabó cuando uno de sus maestros le enseñó a tocar el saxofón, pues es solo entonces cuando siente que el tiempo y la vida valen la pena. Cae en la cuenta de que en los momentos en los que él interpreta y compone música caben cientos de vidas, pues es feliz y se siente realmente pleno.

Sin embargo, Johnny no se vale de la música para huir de la vida, sino para enfrentarla. Al respecto, don Mario Vargas Llosa dijo cierta vez que la literatura era una forma de huir de una realidad monótona y que era una manera de refugiarse en otras mil vidas. Pero otro maestro, el animador japonés Hayao Miyazaki dijo, en cambio, que el arte ayudaba a las personas a enfrentar la vida con valentía, y que también era una forma de tomar aliento para poder lanzarnos luego a vivir con más ímpetu.

Casi como colofón, el narrador-personaje del relato (un crítico de arte muy cercano a Johnny) nos termina diciendo que Carter no es un perseguido (por su singularidad y rareza) sino un perseguidor de la belleza, de la verdad, la cual busca frenéticamente, una verdad que siempre se le escapa: ¿Quién es él?, ¿cómo debe tomar la realidad que lo rodea?, y piensa si acaso esta es la verdadera o son más ciertos los ensueños en los que se encuentra sumido por su genialidad y por las drogas.

Por lo demás, el lenguaje es muy trabajado y los tiempos verbales han sido elegidos con destreza. Este relato posee, asimismo, una cuota justa de ternura y de humor que lo tornan imprescindible.

Por Evelyn García Tirado

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