«El niño y la garza», de Hayao Miyazaki
La película comienza narrando un episodio de la Segunda Guerra Mundial, cuando el protagonista, Mahito Maki, pierde a su madre (Himi) en el incendio de un hospital. (Los colores que utiliza el maestro Miyazaki son mustios, una paleta a la que no nos tiene acostumbrados y los primeros minutos son pesadillescos). Esta escena se convierte en un sueño recurrente en la mente del niño, quien se queda congelado durante años en ese momento y cree que aún puede rescatar a su madre del fuego. Sin embargo, en 1947, su padre se casa con Natsuko, la hermana menor de Himi. Aquí la paleta de la película cambia y nos muestra los colores luminosos a los que siempre vuelve el maestro del anime. La escena en la que llegan a la casa de Natsuko es deliciosa. La vivienda es antigua y lujosa, el sonido que producen el niño y su madrastra al caminar sobre la madera lustrosa nos hace casi palpar el lugar. Natsuko lleva al niño a su nueva habitación, pero Mahito no puede disfrutar de la belleza que lo rodea, pues el recuerdo de su madre lo persigue. Además, no le agrada su madrastra. Poco después, descubre las ruinas de una torre misteriosa, donde han desaparecido algunos de sus ancestros. Natsuko, al verse rechazada por el niño, ingresa a la torre, y luego lo hace Mahito, guiado por una garza (este animal es espantoso, aunque luego se transforma en el bufón de la historia).
Aquí empieza la película a tener un tono propio del País en las Maravillas o de la “Divina Comedia”, pues Mahito ingresa a un universo de seres fantásticos y espectrales. El niño intenta rescatar a Natsuko, convirtiéndose en un nuevo Orfeo que busca a Eurídice en un mundo de ultratumba. Mahito encuentra en este mundo alterno a su madre cuando era niña (pues también se ha visto atraída por el misterio de la torre) y cuando trata de volver con Himi al año 1947, ella le dice que debe volver, sí, pero a la época en que es una niña (1927, conjeturamos). Mahito exclama: “Pero vas a morir luego en un hospital incendiado”. Y Himi responde: “El fuego no me asusta. Me sentiré afortunada de tenerte como mi hijo”. Con esto, Mahito sabe que está orgullosa de él y no hay nada mejor para un hijo. Un último apunte: la garza es un bosquejo de Virgilio guiando a Dante (Mahito) por el Infierno y el Purgatorio, y la madre del niño sería Beatriz, guiándolo por un lugar elevado, que los personajes llaman “Paraíso”.
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