El engaño como consigna
La mayoría de los ciudadanos viven engañados por la desinformación que practica el régimen Vizcarra, reverberada por una prensa canallesca que embrutece diariamente al país publicando y trasmitiendo falsedades. Esa prensa que magnifica lo que diga el autócrata atornillado al sillón presidencial, aceptando que miente por orden superior. En este caso, del presidente Vizcarra, quien a cambio la apoya con el millonario avisaje estatal y otros favores que tarde o temprano se conocerán. El perturbador ejemplo del subconteo de contagiados y fallecidos por la pandemia Covid-19 resulta patético, a la vez que delictivo. Durante cuatro meses, los medios de información independientes venimos cuestionando semejante engaño por parte del mandatario Vizcarra y el coro mediático que le apoya vergonzantemente, sin que al accidental ocupante de palacio se le moviese una pestaña. Los falsarios, según Vizcarra, eran quienes protestábamos porque la estadística oficial no reflejaba la realidad. ¡Pero era clarísimo el ocultamiento de la verdad! El Perú tenía muchísimos más contagiados y fallecidos que aquellos que indicaban los cuadros mentirosos presentados a diario por el Gobierno. Sin embargo el caradura Vizcarra se rasgaba las vestiduras defendiendo con las uñas sus embustes y culpando a la prensa no oficialista de mentirle al país generando desconcierto “sin que exista razón”. Y esa prensa corrompida, adicta al subsidio del Estado –con su dinero, amable lector- se ha prestado a hacerle coro al mendaz Vizcarra, sosteniendo a través del conglomerado de medios que maneja que la estadística oficial refleja la verdad, y que el reclamo de unos medios insignificantes sólo responde a la campaña contra el Gobierno.
Por cierto Vizcarra era consciente de que su impresentable premier Zeballos y su trotskista ministro Zamora engatusaban a diario a la ciudadanía, intoxicándola con estadísticas absolutamente embusteras. El mandatario persistiría así en desinformar al país para, de esa manera, esconder su reconocida incapacidad y seguir afirmando su autoritarismo. Pero el poder de las autocracias es efímero. Unas duran más que otras, aunque al final del día todas caen en el pozo séptico. Como pasará con Vizcarra. Y en ese camino se vio forzado a recomponer su gabinete ministerial. La primera secuela ha sido el reconocimiento –aún parcial pues la falta de valor de Vizcarra es aplastante- que este gobierno ha venido mintiéndole escandalosamente al país –y al mundo- publicando estadísticas fraudulentas sobre el número de contagiados y fallecidos.
El mandatario Vizcarra jamás habría podido engañar al Perú –de manera tan rastrera- si no hubiese tenido de cómplice a una prensa rendida al poder. Como esos “grupos” El Comercio, RPP, La República, etc., adictos a la corruptela de la publicidad estatal y a la cercanía al poder para manipular sus propios intereses. Así sucede con el affaire Odebrecht, donde uno de los accionistas de El Comercio viene siendo favorecido de manera criminal por dos fiscales que utiliza Vizcarra. Recordemos sino cuando el fiscal supremo Chávarry retiró a Vela Barba y Pérez Gómez del affaire Odebrecht, y Vizcarra regresó desesperado desde Brasil para defenderlos, abusando del cargo. ¡Antes de lo imaginado caerá este régimen!