El Congreso tiene la palabra
El tiempo juega a favor del Gobierno luego de la denuncia constitucional de la fiscal de la Nación contra Pedro Castillo, un presidente en ejercicio. A mes y medio de diciembre donde todo se paraliza por Fiestas y la legislatura termina, el régimen no tiene más que resistir un poco para pasar el año y estar a salvo. Las opciones jurídicas, procesales y constitucionales que se le presentan a la oposición para defenestrar a Castillo son no sólo engorrosas, sino que requieren tiempo. Salvo la vacancia todo es ilusión, pues esta figura constitucional es expeditiva. Los abogados se están dando un festín sobre qué corresponde hacer con la denuncia constitucional de la fiscal de la Nación y si es posible romper el pétreo artículo 117 de la Constitución que es más claro que el agua. Pero en realidad nada de esto importa un bledo en la realidad política cuyo timing es otro que el de la cátedra o la tribuna universitaria. Sin duda que el debate contribuirá a la ciencia jurídica, pero es ajeno a la política y el asunto de sacar a Castillo al que la Fiscalía le imputa ahora formalmente con una serie de elementos de convicción ser el cabecilla de una organización criminal no es jurídico sino político. Por eso es que la vacancia es la única figura que podría poner fin al mandato del Presidente antes de diciembre. Difícil situación, pues al parecer los congresistas comprados por el régimen exceden a los seis que se le atribuyen a Acción Popular. Eso no obsta para que el duro golpe asestado por la Fiscalía de la Nación a la presunta organización criminal pueda haber cambiado la correlación de fuerzas en el Congreso. La fiscal de la Nación ha hecho una jugada hábil para presionar al Parlamento a decidirse por alguna alternativa de defenestración. La hipótesis de que varios congresistas comprados por Palacio de Gobierno puedan torcer sus votos para no ser puestos en evidencia criminal es válida y realista. Pero para que ello se concrete debe cundir el pánico entre los congresistas comprados. Más detenciones, esta vez entre los aforados, es lo que hace falta y para eso sí hay tiempo hasta diciembre. De ello dependerá que los aforados cambien su voto comprado al sentir que les respiran en la nuca. Sin un empujón final Castillo no cae.
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