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Discursos de vida de Juan Incháustegui

Fecha Publicación: 22/02/2019 - 21:00
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Don Juan como se le conocía, era un ingeniero cuzqueño que hacía docencia ejemplar sin mayor esfuerzo. Por su don de gente y sencillez, parecía un ser de otro planeta.  Una persona distinta, que  idealizamos  siempre en nuestros sentimientos.

Fue un político a carta cabal, con una decencia impecable y a prueba de balas, cuyo aporte a la patria es inmenso. Un promotor incansable de la educación de calidad,  en particular de la educación Tecnológica y de la Ingeniería. Apostaba por la juventud y tenía el convencimiento que, mediante la educación,  era posible  encontrar  una vía para la realización como personas que coadyuven al progreso de sus familias, comunidad y del  país, para lograr su desarrollo. Su vida era indesligable de la educación y promovía la innovación de la educación peruana. En una de sus entrevistas afirmó que “En un país sin una buena educación no se puede hablar de innovación”. Desde las instituciones donde laboró y dirigió,  como promotor del desarrollo de la educación y las comunidades, buscó articular todos los esfuerzos para dar impulso a la idea: "innovar es ver lo que todos ven, pensar lo que algunos piensan y hacer lo que nadie hace".

Ser   docente de  TECSUP  me permitió tener el privilegio de departir conversaciones aleccionadoras y disfrutar de sus discursos magistrales en muchas ceremonias de graduación.  Tenía la facilidad de conectarse muy rápido con los estudiantes, padres de familia, profesores, visitantes y autoridades. Sus disertaciones siempre fueron de alta calidad, luciendo un lenguaje sencillo, fino humor, realismo  y el contenido sintetizaba la importancia de la formación permanente, el de ser agradecidos con los padres, maestros y haber  recibido  una formación de calidad, reconocido por las empresas y la sociedad. Se dirigía a los graduandos  parafraseando que ese logro era el resultado de “5% de inspiración y 95% de transpiración”.

Quienes lo conocimos y escuchamos  tenemos la obligación de  honrar  y continuar sus valiosas enseñanzas. Con seguridad en el cielo,  en estos momentos, otros  disfrutan de su discurso cálido y sencillo pero profundo.

¡Hasta pronto maestro!

Por: Sixto Sarmiento