ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

De mal en peor ¿hasta cuándo?

Imagen
Fecha Publicación: 15/09/2023 - 23:00
Escucha esta nota

La fragilidad de la coyuntura se confirma por la volatilidad del mercado, las alzas de precio de los alimentos, la inestabilidad en el abastecimiento de productos básicos, principalmente comida (que amenaza continuar disparando los precios por factores exógenos, como el Fenómeno El NIño), medicinas (encarecidas mundialmente), así como combustibles y consecuentemente el transporte. Atrás han quedado todas las grandes perspectivas del Gas Natural (GN), por el agotamiento de los pocos pozos que actualmente producen este carburante. Inclusive el Lote 56 de Camisea tendría hoy solo diez años de reservas para exportación. También ha caído a su volumen más bajo en 12 años la explotación de líquidos derivados del GN. ¡Aún no recupera sus niveles pre pandemia! La disponibilidad del gas natural seguiría a la baja, según trascendidos, porque las reservas probadas del Lote 56 sólo son para exportación.

Así que el sueño del Gas Natural, como combustible masivo para los peruanos, fue una quimera bien aprovechada política y mediáticamente por Toledo, sobre todo. Por si este panorama fuese insuficiente, nuestra economía todavía desconoce los efectos del Fenómeno Niño, aunque los pronósticos vaticinan que serán serios. A este escenario se enfrentan cada día los ciudadanos sin saber cómo solventarlo, ni cómo ensayar alguna mejora para aliviar el raído bolsillo popular. De otro lado, no olvidemos que, sin explicación alguna, Alberto Fujimori desechó privatizar Petroperú dejándole la puerta abierta a la izquierda para que retome su vieja manía de imponer la empresa pública. Una satánica rutina estatizadora, donde el Estado permanece derrochando recursos, atendiendo aquellas iniciativas que proponga la izquierda para seguir robándole al ciudadano y corrompiendo a diestra y siniestra.

Por su parte Kuczysnki. con su confesión “Soy socialista”, no movió un dedo por privatizar Petroperú. ¡Y ahora tenemos una refinería en Talara, donde enterramos US$6,000 millones porque lo pidió un tal Campodónico, expresidente de Petroperú (apoyado por La República), que abandonó el cargo ante la estrepitosa crisis de iliquidez a la que la condujo! Casi todas las administraciones de Petroperú han sido engañosas y corruptas; al extremo que Campodónico se comprometió a jamás pedirle aval al Estado por los US$2,000 millones que, dijo, nos costaría esta aventura. ¡Pero acabó triplicando el costo! ¡Y el Estado no sabe cómo encajar esos US$5,000 que debe Petroperú a bancos!

Precisamente cuando las vacas están más flacas por las barbaridades de un golpista comunista llamado Pedro Castillo. Usted, amable lector, probablemente nunca se beneficiará de aquella gigantesca inversión hecha por el Estado para construir una sobrevalorada refinería que produciría 90,000 barriles diarios. Porque, de hecho, seguirá produciendo los combustibles más caros -y de peor calidad- del orbe, siendo Petroperú una empresa estatal que nació destinada a servir al gobierno. ¡No a la sociedad! ¡A menos que suceda algún milagro que acabe con este karma, seguiremos quemando dinero; es decir atizando la inflación! Por tanto, provocando el malestar social que, pronto, podría desatar el caos social que tenemos a la vista. El destino de las empresas públicas peruanas es fomentar el robo y estafar a la sociedad.