Cuentos fantásticos, de Carlota Carvallo de Núñez
Cuentos fantásticos (Editorial Universo, 1968) es una exquisita colección de relatos breves que nos trae el estilo sencillo y poético de Carlota Carvallo, una autora que siempre nos habla de hechos extraordinarios con una naturalidad que sorprende y desarma.
El primer cuento de este libro, que se queda para siempre en la retina, es “El molino de los peces rojos”, donde asistimos a una Navidad en la que una niña curiosa dormita en la sala de una mansión que le pertenece a su abuela, la cual se encuentra muy enferma. La pequeña, mediante sus sueños, accede a episodios importantes en la niñez de sus antepasados y juega con ellos en el jardín de la casa, en un camino de tierra flanqueado por molinos cerca del río lleno de peces que figuran en el nombre del cuento, o en la playa. El final del relato es maravilloso.
El segundo cuento, “La laguna encantada”, tiene como personaje central a la laguna del título. Si la atraviesas, viajas a otra dimensión, donde el tiempo, aunque transcurre, no deja huellas en las criaturas, es decir, nadie envejece, todo es siempre nuevo. Pero si alguien de esa dimensión extraña atraviesa la laguna, envejece de golpe hasta el borde de la misma muerte. El nudo del relato se presenta cuando una muchacha de nuestro mundo y un joven de esa extraña dimensión se enamoran y no pueden dar rienda suelta a sus sentimientos por pertenecer a mundos opuestos.
El tercer cuento “Una sombra en la ventana”, aunque es el menos logrado del conjunto, juega también con los viajes multidimensionales y hace referencia a los “amigos imaginarios” que pueblan la vida de los niños solitarios o introvertidos.
En el cuarto y último cuento, “Bajo las ramas del lúcumo”, vemos a Lía, una chiquilla que durante los días de verano corre al jardín de su casa para dormir bajo la sombra de un frondoso lúcumo. Solo bajo las ramas de ese árbol puede soñar con un jovenzuelo rubio, de aspecto lánguido, que la observa con insistencia con sus ojos profundos y tristes. Una de tantas tardes, Lía le ordena al jardinero que corte el lúcumo mientras ella duerme, así el muchacho rubio podrá reunírsele y dejar de ser solo un sueño.
El libro proyecta una atmósfera infantil, diáfana y tenebrosa, pero es, ante todo, decididamente ingenioso e inolvidable.
Por Evelyn García Tirado
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