Crisis de ética y valores en el Perú
La ética se refiere a la conducta moral del ser humano y sus efectos en la sociedad. Nos permite diferenciar lo bueno de lo malo y se relaciona con valores como la responsabilidad, la honestidad, el respeto, el civismo, la cooperación y el compromiso. Si tomamos en cuenta esta definición, podemos inferir que Perú está muy lejos de ese ideal.
En enero pasado Transparencia Internacional presentó el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2023, que evalúa qué tan corruptos son percibidos 180 naciones. ¿Cómo estamos? Nuestro país ocupó el puesto N° 121 ubicándose en el tercio inferior y compartiendo espacios con Angola, Mongolia y Uzbekistán. Fue su caída más fuerte desde el 2012 cuando se posicionó en el N° 101.
Este resultado obedece al deterioro del comportamiento de los políticos y burócratas que laboran en el Estado y también alcanza al sector privado y a la sociedad civil. La deshonestidad, el irrespeto, la irresponsabilidad, la injusticia, la intolerancia y muchas veces el odio debilitan aún más nuestra frágil institucionalidad, creando conflictos que nos hacen perder de vista lo importante, apartándonos de la senda que nos conducirá al desarrollo y bienestar de la población.
Algunos ejemplos son los destapes de corrupción y conductas antiéticas de los gobiernos del expresidente Pedro Castillo y la presidenta Dina Boluarte, también las decisiones del Congreso de la República que sigue acumulando casos de blindaje a parlamentarios cuestionados éticamente. El último fue el de los llamados ‘mochasueldos’.
La frase ‘otorongo no come a otorongo’ sigue más vigente que nunca y vemos que estos hechos y otros más devoran la institucionalidad del Perú y debilitan el tejido social, robándonos la esperanza por construir un mejor país. Granos de arena en un vasto desierto de impunidad.
En el día a día se ven coimas a pequeña y gran escala, robos, asaltos y secuestros. Las bandas criminales están más organizadas que nunca y se dan el lujo de ‘capturar territorios’, de adueñarse de rutas por donde trafican mercaderías ilícitas e inclusive tienen la complicidad de las fuerzas del orden y de algunas autoridades. Los ciudadanos no podemos estar ajenos a todo esto, pues de por medio está la reconstrucción nacional que debe tener como ejes fundamentales la ética y los valores.
La desazón frente al futuro es grande; sin embargo, los hombres y mujeres de bien, quienes deseamos un país en cuyo ADN resalten la honestidad, responsabilidad, civismo, cooperación y otros valores, estamos llamados a hacer una acto de introspección, dar y exigir respeto y levantar la voz para que el Gobierno de turno, el Congreso, el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Fiscalía y demás organismos del Estado reaccionen antes nuestra solicitud de lucha contra la corrupción e inseguridad ciudadana.
La crisis social envuelve a los hogares, pero es allí y en los centros de enseñanza en donde se debe aprender y practicar los valores que nos conviertan en personas de excelencia. Por ello, se necesita una urgente inversión en la educación integral de nuestros niños y jóvenes, con una base muy sólida en principios libres de toda contaminación ideológica.
Así como hablamos de política, economía, infraestructura, exportaciones, destrabe de proyectos y otros temas importantes, nada será sostenible en el tiempo si la ética y los valores no se interiorizan en la gran mayoría de nosotros. Es por ello que necesitamos que estos temas ocupen un mayor espacio en nuestra sociedad. No es una tarea imposible, pero se requiere el tiempo y el compromiso de todos. No desfallezcamos.
Presidente de la Asociación de Exportadores (ADEX)
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.