Una lucha por la eutanasia
El clamor de una mujer que no puede movilizarse por sus propios medios desde hace 30 años.
Desde su humilde blog y con casi todo su cuerpo paralizado, Ana Estrada ha iniciado una ardua lucha para que Perú sea el segundo país de Latinoamérica en legalizar la eutanasia, asunto tabú cuyo debate ha irrumpido gracias a esta activista que se inspira en el caso del español Ramón Sampedro.
“No quiero desobedecer la ley. Ya lo hubiera hecho. Lo contemplé, pero no me parece la manera ideal. Hubiese sido muy triste”, dijo en una entrevista Estrada, de 42 años, quien es la primera persona que reclama despenalizar la eutanasia en nuestro país, donde aún está penado el aborto y el matrimonio homosexual es ilegal.
Su petición no es para morir ahora, sino para elegir libremente el momento de una muerte digna cuando el dolor de su enfermedad, que padece desde los 12 años, se torne insoportable.
“Yo quiero esa libertad de elección”, reafirmó Estrada quien sufre polimiositis, dolencia degenerativa que debilita sus músculos y puede causarle grandes dolores y afectar su respiración, lo que ya le llevó en 2015 a estar hospitalizada seis meses en cuidados intensivos, y desde entonces debe respirar por la tráquea.
“Ahí sufrí muchísimo. Fue la peor etapa de mi vida. Me intubaron. Tuve un montón de invasiones a mi cuerpo, y la postración. Con todos esos elementos sufrí mucho física y psicológicamente. Cuando salí del hospital, estuve un año diagnosticada con depresión”, relató.
UNA BÚSQUEDA SOLITARIA
Al recuperarse estuvo dos años investigando en internet sobre la eutanasia “a solas, clandestinamente”, lo que para ella fue “una lucha muy solitaria y dolorosa”.
Ahí conoció la organización suiza Dignitas, donde supo que el 80% de los que se inscriben para recibir la eutanasia no la reclaman luego. “Me dijeron que eso es la libertad. Cuando la tienes, es un poder que te hace aguantarlo todo”, señaló Estrada.
“Yo no estoy diciendo que todas las personas que estén enfermas o postradas completamente deban luchar igual que yo. Yo estoy luchando solamente por mi derecho, y creo que todos debemos hacer lo mismo”, añadió. Por ello pidió respeto para los que no comparten su posición “y entender que somos diferentes y pensamos diferente”.
En este proceso se ha sentido muy identificada con Ramón Sampedro, el caso más emblemático de lucha legal por la eutanasia en España, llevado al cine por el actor Javier Bardem en la película “Mar adentro”, de Alejandro Amenábar.
“La película la he visto muchas veces. He investigado sobre él, sobre su periodista, sobre su entorno, sobre Ramón. Para mí es una tremenda inspiración, mi mayor inspiración”, confesó Estrada.
También lo han sido los últimos casos que han tratado el mismo asunto en España, como el de José Antonio Arrabal, enfermo de ELA; y el de María José Carrasco, aquejada por esclerosis múltiple.
NI UN POLÍTICO
Cuando el año pasado le contó sus intenciones a su familia tuvo muchas conversaciones hasta ganarse su apoyo, pero más le costó encontrar ayuda entre amigos abogados, se sentía sola y decidió abrir el blog “Ana busca la muerte digna”.
Allí relata las dificultades de su enfermedad y sus aficiones como la fotografía o los tatuajes que han tenido un efecto sanador en ella. El blog fue difundido por varios artistas y consiguió una buena audiencia, pero no ocurrió lo mismo con los políticos.
“Escribí muchas veces a un congresista que yo pensaba que tenía un estilo más liberal, pero su postura fue muy tibia. Por más que yo le pedí que invitara a sus seguidores a que lean mi historia, no lo hacía. Eso sí que me decepcionó mucho”, recordó Estrada.
Estrada admitió que la eutanasia “es un tema muy polémico todavía por más liberales que sean las personas. Es la primera vez que se toca en Perú e implica un cambio total en la mente de la sociedad. Hay mucho temor, tabú y censura...”.
“HOMICIDIO PIADOSO”
Según la doctora Josefina Miró Quesada, el homicidio piadoso “es inconstitucional” y consideró “una incongruencia” que un Estado laico y defensor de los derechos fundamentales y la dignidad de las personas someta a enfermos a “un sufrimiento intolerable” cuando estos han solicitado abiertamente morir para acabar con sus dolores.
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