Puerto de Chancay intensifica pugna entre Estados Unidos y China en Sudamérica
creciente actividad comercial del terminal peruano acentúa la disputa geoestratégica entre Washington y Pekín.
El puerto de Chancay, inaugurado en noviembre de 2024, se ha convertido en el nuevo foco de tensión entre Estados Unidos y China en Sudamérica. Desde su entrada en funcionamiento, la obra impulsada por la estatal china Cosco Shipping, con una inversión de US$ 3,400 millones, ha despertado recelos en Washington, que percibe en ella un riesgo a la seguridad regional y a sus intereses estratégicos en el Pacífico.
La general Laura Richardson, comandante del Comando Sur de EE. UU., advirtió que el terminal cuenta con un potencial “uso de doble propósito”, capaz de recibir tanto embarcaciones comerciales como buques de guerra chinos. Sus declaraciones, emitidas en noviembre de 2024, reflejaron el malestar de Estados Unidos ante la creciente presencia de Pekín en América Latina, especialmente en infraestructura portuaria y tecnológica.
En los primeros cinco meses de 2025, el puerto registró operaciones por más de US$ 777 millones en mercancías, superando las proyecciones iniciales y consolidándose como el terminal más competitivo del Pacífico sudamericano. Analistas como Juan Ortiz, del Observatorio de Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, sostienen que la magnitud de la inversión y la tecnología de vanguardia permitirán a Chancay ofrecer costos logísticos más bajos y operaciones más ágiles que cualquier otro puerto de la región.
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Sin embargo, esta ventaja comercial está enmarcada en una disputa mayor. La administración de Donald Trump ha adoptado medidas económicas contra Perú, pese al Tratado de Libre Comercio vigente. En abril de 2025, impuso aranceles de hasta el 10 % a productos peruanos, y en julio anunció un nuevo paquete que incluía un 50 % a las exportaciones de cobre semiacabado, valoradas en US$ 910 millones en 2024. Según expertos, estas medidas buscan frenar indirectamente la influencia china en el comercio peruano.
Las tensiones no se limitan al plano económico. Washington ha solicitado al Pentágono opciones militares “creíbles” para garantizar acceso sin restricciones a infraestructuras estratégicas como el canal de Panamá, y podría ejercer presiones similares sobre Perú respecto al puerto de Chancay.
En el plano político, Perú enfrenta el dilema de alinearse con una u otra potencia en medio de su inestabilidad interna, marcada por crisis institucionales y cambios presidenciales frecuentes. EE. UU. ha reforzado su cooperación militar con Lima, incluyendo ejercicios conjuntos y acuerdos para el ingreso de tropas estadounidenses en 2025.
China, por su parte, ha afianzado su control sobre sectores clave como el portuario, energético y pesquero, apoyada por actores políticos que promueven una mayor apertura económica hacia Pekín. Para Cosco Shipping, el puerto representa una oportunidad para transformar el comercio regional. “El impacto será favorable para el Perú. Quizás no lo sea para otros”, afirmó Carlos Tejada Mera, gerente general adjunto de la compañía en el país.
Lo cierto es que Chancay ha dejado de ser un proyecto portuario para convertirse en una pieza clave del tablero geopolítico global. En un contexto de rivalidad creciente entre Washington y Pekín, su papel estratégico seguirá siendo objeto de atención, disputas y maniobras de poder en los próximos años.
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