Se viene revolución petrolera en norte del Perú: país apunta a dejar de importar hidrocarburos
Perforaciones iniciales de Chevron y Anadarko adelantan un superyacimiento frente a la costa del país, con potencial de transformar la balanza energética nacional.
En las profundidades del océano Pacífico, frente a la costa norte del Perú, un terremoto silencioso está ocurriendo. Las primeras perforaciones de Chevron avizoran lo que las élites energéticas globales esperaban y temían en igual medida.
Un océano de petróleo tan gigantesco que podría redefinir las alianzas de poder en todo el continente y coronar a una nueva potencia sudamericana. Lo que hasta hace poco era una promesa, hoy es una realidad tangible que amenaza con sacudir los cimientos del mercado mundial.
Esta es la crónica de una jugada maestra: una estrategia de poder que se gestó en secreto y que ahora sale a la luz con fuerza imparable. La historia de cómo el Perú podría estar a punto de reclamar su soberanía energética.
En las aguas que bañan Lambayeque y La Libertad, en los lotes marinos Z-61, Z-62 y Z-63, se libra una batalla por el futuro. Chevron, el titán petrolero estadounidense, no ha llegado solo.
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Ha forjado una alianza colosal –un joint venture de poder– con Anadarko Petroleum, brazo operativo de Occidental Petroleum, y la firma Westland Perú. La distribución del poder quedó sellada con precisión quirúrgica: 35% para Chevron, 35% para Anadarko y 30% para Westland.
El contrato, tras recibir la luz verde del directorio de Perupetro y la bendición del Ministerio de Energía y Minas, fue refrendado mediante decreto supremo en el corazón del poder: Palacio de Gobierno. La maquinaria ya no espera; está oficialmente en marcha. Y lo que ha encontrado en sus primeras incursiones podría cambiar el destino del Perú para siempre.
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