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Carlos Cacho resalta que el maquillaje es una expresión cultural y social: el maquillador es la mente creativa detrás de la acción

Carlos Cacho, sobre el maquillaje, sostiene que es cultural, que no es frívolo y que nos sirve para encajar en la sociedad contemporánea.

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Carlos Cacho habla de relación de Vania Bludau y Austin Palao: “Le veo futuro”.
Fecha Publicación: 18/11/2024 - 02:27
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Tú eres un estudioso del maquillaje. ¿Cómo definirías al maquillaje, y al arte del maquillador?

El maquillaje es una expresión social, artística, y por qué no decirlo, también sexual. El maquillaje es el método más conocido para embellecer y seducir. Siempre se ha usado. Las personas se maquillan, o se arreglan, para llamar la atención o para conquistar a alguien. Es por eso que se conoce la siguiente famosa premisa que usamos los artistas del maquillaje: “Si quieres que te presten atención, maquíllate los ojos, y si quieres seducción, maquíllate los labios”. En un maquillaje ejecutivo, vale decir, de una catedrática, abogada o fiscal, el énfasis se debe de dar en los ojos; en tanto que, si el maquillaje es para una cita romántica, para una gran fiesta o evento público, el énfasis lo deben tener los labios. Entonces, el maquillaje es una expresión cultural y social que usa códigos, que usa todo un lenguaje, que es ejecutado por el maquillador, que es la mente creativa detrás de la acción. Sin embargo, todo depende de la química que se forme entre maquillador y maquillada, que es menester para un trabajo bien realizado.

¿Cómo describirías tu carrera de maquillador?

Ante todo, debo decir que mi carrera ha sido de largo aliento. He sido siempre respetuoso de la herencia artística de los grandes maestros de la estética peruana, como son “Chocco”, el gran peluquero de los 70s, y mis maestros “Silvio Coffure” y “Hernan Arana”. Sin embargo, no conozco una carrera tan larga, y vigente, de un maquillador nacional, como la mía. Me siento orgulloso de haberme sobrepuesto al tiempo, a las edades y a las dificultades. Pues, en este país, hacer un trabajo estético es una utopía, y hasta romántico, tomando en cuenta que el 30 % de Lima carece de agua potable. Las condiciones en las que viven muchas personas del pueblo, en asentamientos humanos, no son las optimas, sin luz, sin pistas, sin electricidad. Obviamente, esas personas podrían sentir que mi trabajo es banal e inútil, porque está sumamente alejado de su realidad. Por supuesto, tengo clarísimo que mi vigencia, y permanencia, es también por mi cercanía a los medios de comunicación, que, obviamente, me han tenido siempre en la mente de, por lo menos, de tres generaciones.

Ilustranos con una breve historia de este arte.

Los primeros indicios de lo que se conoce como maquillaje se dieron en las antiguas tribus africanas, que, a manera de simbolismos, se maquillaban el cuerpo y la cara cuando tenían una guerra, o enfrentamiento con otras tribus. Otro momento importante en la historia del maquillaje, se produjo durante el apogeo del imperio egipcio, donde solamente podían hacer uso del maquillaje la realeza y los sacerdotes. Sin embargo, el momento más importante, se da en la monarquía francesa, en la era de los Luises, donde solo la monarquía podía usar ese maquillaje blanco en el rostro, con las altas pelucas. En el caso peruano, el maquillaje llega en la colonia, con los virreyes, influidos, seguramente, por la monarquía francesa.

Intenta construir una sociología del maquillaje, sobre todo en Perú.

En el mundo entero, y en Perú, el maquillaje es de acceso y uso general. Hombres y mujeres de toda condición social, religión, credo, y edad, hacen uso del universo del maquillaje, para mejorar su estética, sus signos exteriores de cansancio, su calidad de pieles y problemas cutáneos, como cicatrices, acné, secuelas de alguna enfermedad, en general, para mejorar su apariencia personal. Como podemos ver, el maquillaje, lejos de ser frívolo, como muchos creen, nos sirve para encajar en la sociedad competitiva en la que vivimos. Es muy conocida la frase de que “como te ven, te tratan”, a la que yo he agregado que “si te ven mal, te maltratan”, y que “si te ven bien, te contratan”.

Finalmente, también tienes opinión política. ¿Qué opinas de la homosexualización de la sociedad?

Me imagino que esta pregunta no tiene nada que ver con el maquillaje. (risas). Las minorías, que no se si ahora lo sean tanto, históricamente, han luchado por ganarse un lugar en la sociedad. Me quiero referir a la esclavitud, de manera preliminar y por analogía, como el momento más triste de la sociedad, en el cual unos hombres esclavizan a otros por su color de piel. Pues, posiblemente, la última gran lucha humana es la de los homosexuales, que no queremos seguir viviendo la terrible segregación. El objetivo se ha logrado a medias, porque la lucha también ha sido a medias, pero por un mal planteamiento de ella. Es que, no puedes exigir respeto si no das respeto. Nunca entenderé, cómo en la marcha por la igualdad de los derechos, o también llamada “Pride”, va una pareja de homosexuales a besarse en la puerta de la catedral, cuando ésta tiene un significado sacrosanto para muchas personas. ¿Qué tiene que ver la iglesia en todo esto? Las leyes se aprueban en el congreso, no en la catedral. Tampoco entendido el circo que se forma alrededor de la marcha, que, si bien es cierto, tiene varios lados positivos, esta desdibujada en su contexto. Noto demasiado desnudo, demasiado gesto obsceno, demasiado besuqueo innecesario, en fin, muestras de apasionamiento exagerado frente a la sociedad que ve la marcha como si fuera un espectáculo de circo, y hasta de zoológico. Supuestamente, el tema principal es la igualdad, pero pareciera que, por ser homosexuales, están buscando un eterno perdón por su condición. Nadie es mejor que nadie, por ser de a, b o c. Personalmente, no necesito un diploma, una medallita, ni condecoración alguna por mi condición gay. Soy exactamente igual que el resto de personas; trabajo, vivo y pago mis impuestos como el resto. Por tanto, así como, por mi condición de gay, no tengo por qué vivir por debajo del resto, tampoco tengo que vivir por encima del resto. La libertad no es libertinaje. Pero, también es cierto que cuando la justicia llega tarde, ya no es justa.

Ficha técnica

Carlos Cacho es uno de los maquilladores y estilistas más importantes de la historia nacional. Estudió Derecho y Ciencia Política en la Universidad de San Martín de Porres.

Por Juan Antonio Bazán

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