OCDE advierte que en Perú el progreso no alcanza a todos: alcances de revelador estudio económico
Reciente estudio económico revela que, en nuestro país, la desigualdad social se mantiene enquistada, pese al crecimiento sostenido registrado en últimos años
Según el Estudio Económico de la OCDE: Perú 2025, la movilidad intergeneracional en el país continúa siendo baja, lo que implica que las condiciones socioeconómicas de origen siguen marcando el destino de las personas. Aunque en las últimas décadas más peruanos han accedido a niveles educativos superiores a los de sus padres, este avance no se ha reflejado con igual fuerza en los ingresos ni en la reducción de la desigualdad.
Así la OCDE indica que, en muchos casos, los logros educativos no se traducen en empleos formales ni en mejores condiciones de vida, lo que evidencia la débil conexión entre la educación y la movilidad económica. Este fenómeno responde a fallas estructurales del sistema educativo, laboral y social que impiden transformar el progreso individual en oportunidades reales de ascenso económico.
El informe advierte además que las brechas territoriales y de género profundizan la desigualdad de oportunidades, especialmente en las zonas rurales, donde el acceso a educación de calidad, servicios básicos y empleo formal es mucho más limitado. Las mujeres, los jóvenes, las minorías étnicas y las personas con discapacidad enfrentan obstáculos adicionales para mejorar su situación económica, perpetuando los ciclos de pobreza.
Esta baja movilidad no solo restringe la equidad social, sino que también limita el crecimiento del país al frenar la formación de capital humano y la productividad. La OCDE subraya que romper este círculo vicioso es fundamental para construir un modelo de desarrollo más inclusivo y sostenible en el Perú.
Factores estructurales
Uno de los principales obstáculos identificados por el Estudio es la persistente desigualdad en el acceso y la calidad educativa, especialmente entre zonas urbanas y rurales. Aunque el país ha incrementado la cobertura escolar, las brechas en infraestructura, equipamiento y formación docente continúan afectando el aprendizaje. Muchos estudiantes rurales abandonan la escuela antes de concluir la secundaria o egresan sin las competencias necesarias para incorporarse al mercado laboral formal. La OCDE señala que esta disparidad educativa, acentuada desde la primera infancia, condiciona las oportunidades futuras y perpetúa la transmisión intergeneracional de la pobreza.
Otro factor clave es la alta informalidad laboral, que afecta a más del 70 % de la población ocupada. Este fenómeno no solo implica bajos ingresos y falta de protección social, sino que también reduce la capacidad de las familias para acumular capital humano y financiero a lo largo del tiempo. Los hijos de trabajadores informales suelen replicar las mismas condiciones laborales precarias de sus padres, creando un ciclo difícil de romper. La OCDE resalta que esta informalidad está estrechamente vinculada a la baja productividad empresarial, la complejidad regulatoria y la escasa cobertura de capacitación y seguridad social.
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Asimismo, el informe advierte que las brechas de género y la débil transición entre la escuela y el trabajo agravan la falta de movilidad social. Aunque las mujeres presentan mayores niveles de escolaridad que los hombres, su inserción laboral es más baja y con menores remuneraciones, debido a barreras culturales y a la falta de servicios de cuidado infantil. En paralelo, muchos jóvenes carecen de orientación vocacional, programas de prácticas o educación técnica vinculada al mercado laboral, lo que contribuye a un elevado número de “ninis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan). Para la OCDE, sin políticas integrales que articulen educación, empleo formal e igualdad de oportunidades, la movilidad social en el Perú seguirá limitada y dependiente del punto de partida familiar.
Impacto en la economía
La baja movilidad intergeneracional tiene efectos directos sobre el crecimiento económico y la productividad nacional, según el Estudio. Cuando las oportunidades dependen más del origen familiar que del esfuerzo o las capacidades, el país desperdicia una parte significativa de su talento. La falta de incentivos para la formación y el empleo formal reduce la acumulación de capital humano y limita la innovación, factores esenciales para sostener un crecimiento inclusivo. En este contexto, la desigualdad no solo es un problema social, sino también una traba estructural para la competitividad y la cohesión económica del país.
Además, la persistencia de brechas educativas, laborales y de género profundiza la informalidad y restringe la base tributaria, dificultando la capacidad del Estado para invertir en políticas sociales de calidad. Las generaciones atrapadas en empleos precarios y sin acceso a protección social reproducen los mismos patrones de vulnerabilidad, lo que alimenta la inestabilidad económica y política. La OCDE advierte que, si no se rompe este ciclo, el Perú corre el riesgo de mantener una economía dual: un pequeño sector formal moderno y una mayoría atrapada en la informalidad, con escasa movilidad y baja productividad a largo plazo.
Evidencias
La OCDE muestra que, si bien la movilidad educativa ha mejorado en las últimas décadas, este avance no se ha traducido con la misma fuerza en movilidad económica. Entre las generaciones nacidas en 1940–1949 y las de 1980–1989, la proporción de personas que alcanzaron un nivel educativo superior al de sus padres creció un 56 %, cifra que supera el promedio latinoamericano (38 %). Sin embargo, en el mismo periodo, la movilidad de ingresos apenas aumentó un 15 %, lo que revela que el mayor acceso a la educación no garantiza una mejora equivalente en los ingresos ni en la calidad de vida. Este desajuste confirma que la educación por sí sola no basta para romper las barreras estructurales que perpetúan la desigualdad.
El documento también evidencia que las brechas territoriales amplifican las desigualdades intergeneracionales. En las zonas rurales, tanto la movilidad educativa como la de ingresos se mantienen muy por debajo del promedio nacional, debido al limitado acceso a servicios públicos, conectividad y oportunidades de empleo formal. Estas condiciones reducen las posibilidades de ascenso económico y social, incluso entre quienes logran mayores niveles de instrucción. La OCDE advierte que, sin una política activa para mejorar la calidad del empleo, la infraestructura y la productividad regional, los avances educativos seguirán teniendo un impacto insuficiente sobre la movilidad económica en el país.
Informalidad
El ahora exministro de Economía y Finanzas, Raúl Pérez-Reyes, informó a mediados de año que la informalidad laboral se ubicó en 70 %, lo cual significó una reducción de cinco puntos en comparación al nivel alcanzado en el 2024 (75 %).
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