Contra la ola de la indiferencia estatal
Exijamos al Estado que haga su papel de defensor de la salud y de una vida digna.
Bajamos de los cerros, nos adentramos en el mar, hollamos la cordillera, pusimos un pie y una estaca en la ubérrima selva, levantamos ciudades enteras en medio del polvo, luchamos solo contra la pandemia de la pobreza, contra la primera, segunda y enésima ola de la indiferencia estatal, contra la política con minúscula y con coima y vergüenza.
Luchamos también contra la ineptitud, la arrogancia y la desfachatez de los que han hecho de ella una profesión cuyos altísimos costos se pagan con nuestro dinero, el que nos cuesta tanto generar.
Estado debe cumplir su papel
Nos las arreglaremos, después de todo, estamos acostumbrados a resistir. Pero no se trata de soportar la carga y nada más, sino de hacer que esa carga sea un referente para la acción: que el ritmo de vacunación se acelere, que usemos siempre doble mascarilla, que guardemos un claro distanciamiento social, que nos lavemos las manos veinte segundos y con abundante espuma. Y que exijamos al Estado que haga su papel de defensor de los derechos a la salud y a una vida digna, especialmente de los más vulnerables.
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