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Sixto Sarmiento

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Metro de Lima, estación El Ángel. Fui el único que descendí, parecía construida solo para mí. El ruido del tren desaparecía haciéndome sentir aún más solitario. El lento descenso por las escaleras anunciaba que debía apresurarme.

Muy temprano, una frígida mañana, antes que el sol ofrendara sus primeros rayos a la ciudad, caminaba solitario por las silenciosas calles  de Huamanga. Todo lo que buscaba era una taza de llipta en el mercado.

Don Juan como se le conocía, era un ingeniero cuzqueño que hacía docencia ejemplar sin mayor esfuerzo. Por su don de gente y sencillez, parecía un ser de otro planeta.  Una persona distinta, que  idealizamos  siempre en nuestros sentimientos.

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