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Luis Gonzales Posada

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En su último día en nuestro país, los comisionados de la OEA fueron testigos de furibundos ataques del Gobierno contra el Congreso, la Fiscalía y la oposición, continuando una tóxica escalada confrontacional que soslaya las recomendaciones del propio organismo interamericano para reducir la corrosiva crisis que afecta a todos los peruanos.

Mañana domingo, la misión diplomática designada por el Consejo Permanente de la OEA, inicia sus actividades en nuestro país.

Zavalita, personaje de la novela Conversación en La Catedral, del escritor Mario Vargas Llosa, preguntaba angustiado: “¿En qué momento se jodió el Perú?”, buscando una explicación a nuestras desgracias y frustraciones.

La denuncia presentada en la OEA por el presidente Pedro Castillo y su canciller, César Landa, acusando al Congreso y a la Fiscalía de la Nación de ejecutar una nueva modalidad de golpe de Estado, representa una infame maniobra político-diplomática para victimizar al primer mandatario, agraviando tracaleramente a dos instituciones democráticas que están actuando con estricto apego a sus atribuc

Almagro, secretario general de la OEA, se ha revelado como un eficiente operador político de Pedro Castillo, al organizar –con el canciller Landa y el embajador Forsyth– la reunión del Consejo Permanente del organismo hemisférico, logrando que se apruebe una torva resolución de apoyo al mandatario peruano “amenazado por un golpe de Estado” desde el Congreso y la Fiscalía.

La Asamblea General de la OEA no debatió un proyecto de declaración contra el gobierno dictatorial de Venezuela, elaborado por los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Chile, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Costa Rica y Guatemala.

Nuevamente Luis Almagro, secretario general de la OEA, se revela como operador político de Pedro Castillo al sostener que el mandatario peruano lucha contra la corrupción, ignorando que tiene siete carpetas abiertas en el Ministerio Público y que se niega a declarar ante los fiscales.

Uno de los objetivos políticos del presidente Castillo y de sectores radicales de izquierda es prescindir del Congreso, que no controlan porque la bancada oficialista es minoritaria y, por tanto, no puede impedir su tarea fiscalizadora, interpelaciones o censura de ministros. Ni menos, por supuesto, que se convoque a una Asamblea Constituyente, porque hacerlo sería ilegal.

El canciller Landa y sectores de izquierda intentan reactivar el Acuerdo de Escazú, firmado por el gobierno de Vizcarra y rechazado en dos oportunidades por la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.

(Un día todo será diferente, un día mis pupilas aún jóvenes pero agotadas de tanto sufrimiento, verán la luz de la esperanza)

Para comprender el rechazo a la nueva constitución chilena, aprobada por una representación paritaria de 155 miembros, debemos retrotraernos a los violentos episodios ocurridos en 2019 y 2020.

En marzo de 1804 el duque de Enghien, Luis Antonio de Borbón-Condé, fue secuestrado en Alemania, trasladado a una prisión en París y fusilado por conspirar contra Napoleón Bonaparte, sin existir prueba de su participación.

Nunca confié en Cristina Kirchner. La percibí oportunista, demagoga, incompetente y corrupta.

(Alimaña política: persona cruel, perversa, peligrosa, malvada).

El artículo 43 de la Constitución establece que el Perú es un Estado democrático de derecho y que su gobierno es unitario, representativo y descentralizado, organizado según el principio de la separación de poderes.

Hace 201 años, el 3 de agosto de 1821, a seis días de la proclamación de nuestra independencia, el Libertador José de San Martín constituyó las bases formativas del nuevo gobierno republicano, creando las secretarías de Relaciones Exteriores, Guerra y Hacienda, nominadas ministerios a partir de 1823.

Evaluando el primer año de gobierno de Castillo, el sábado pasado dijimos que su política exterior había sido opaca, errática y opuesta a los principios rectores de Torre Tagle.

Cumplido el primer año del gobierno de Pedro Castillo, podemos aseverar que su política exterior ha sido opaca, errática y opuesta a los principios rectores de Torre Tagle.

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