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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

Si el Perú fuese una República democrática donde imperase el Estado de Derecho y prevaleciese el respeto supremo a la sociedad -por encima de la inmunidad que gozan sus autoridades elegidas- es incuestionable que el mandamás Vizcarra, su ex premier Zeballos y ese ex ministro Zamora ya debieron estar denunciados por el Parlamento, investigados por la Fiscalía y camino a ser procesados por la Jus

¿Qué espera la señorita ministra de Economía para advertirle al país la gravedad de la situación en la que se encuentra, así como las complejas, riesgosas perspectivas que le aguardan a corto, mediano y largo plazo? ¿Acaso será que no sepa qué hacer?

La mayoría de los ciudadanos viven engañados por la desinformación que practica el régimen Vizcarra, reverberada por una prensa canallesca que embrutece diariamente al país publicando y trasmitiendo falsedades. Esa prensa que magnifica lo que diga el autócrata atornillado al sillón presidencial, aceptando que miente por orden superior.

El Congreso que Vizcarra alucinó modelar -para tenerlo subordinado y avanzar dentro del plan diseñado por la claque marxista que le rodea, cuyo vocero es un argentino- ha acabado siendo muchísimo más díscolo y menos experimentado que aquel al cual calificara de “obstruccionista”, como fundamento para desacreditarlo ante el país como institución democrática y constitucional, y perpetrar su golpe

La verdad es que los peruanos no aprendemos la lección. Pocas veces ha llegado un país a descender a las sentinas de la miseria, como lo hizo el Perú a finales de los 80. La quiebra produjo metástasis inimaginables. Como una inflación que subía cada hora y alcanzó cotas de dos millones porciento anual.

Al estilo más rufianesco, el accesitario presidente Vizcarra ofendió a Arequipa –al país entero, en rigor- ayer durante su visita relámpago a la ciudad mistiana.

El SARS-CO-2 seguirá azotando al orbe mientras no exista vacuna; ésta se produzca en cantidades siderales –existen 7,300 millones de terrícolas-; y las naciones (como la nuestra) puedan tempranamente adquirirlas, distribuirlas y organizar su inoculación. Esto acá sería cuadrar un círculo. Así que no nos hagamos ilusiones. Aguardemos un año, año y medio, para que ello se cristalice.

La izquierda puso el pie en la puerta del Estado apenas olfateó la medianía de Toledo, permitiéndose así coronar su obra magna -la comisión de la verdad- que fue instituida por Paniagua. Otro espontáneo como Vizcarra, aupado al poder por la progresía luego de tomar el control del país tras la destitución de Alberto Fujimori.

Los fiscales Rafael Vela y José Pérez hasta ahora no acusan a los imputados OAS, Graña y Montero, Odebrecht, Villarán, Humala, PPK, etc. por delito de organización criminal, como compete por las evidencias que exhiben sus crímenes.

Con la perspectiva que dan las horas de haber digerido la noticia -así como asimilada la interviú al premier Cateriano en un canal de cable vendido al Gobierno- presentimos claramente la probabilidad de que se pospondrán las elecciones. ¡Vizcarra continuará en el poder por tiempo aún indefinido! Y el hombre fuerte será Cateriano. El flamante premier es todo menos improvisado.

Agobiado por el infernal zafarrancho que ha producido, espantado por las gravísimas responsabilidades que le persiguen, y desesperado por zafarse de uno de los peores gabinetes ministeriales de la historia republicana –estructurado por él mismo- Martín Vizcarra finalmente licenció al impresentable consejo de ministros presidido por ese gran incapaz llamado Vicente Zeballos -e integrado por otro

Cual Pilatos y como una gran primicia, El Comercio destacó ayer en portada y páginas interiores que “Graña y Montero aportó US$200,000 para la campaña por el NO” de Susana Villarán.

En su mensaje del 28 de julio de 2018 el presidente accidental Vizcarra planteó “una reforma constitucional para adelantar las elecciones generales”, que recortaría “tanto el mandato congresal como el presidencial al 28 de julio del año 2020”.

Sigue avanti el golpismo de Vizcarra. Creyendo que lograría rendir al Legislativo hasta convertirlo en apéndice del Ejecutivo, acabó clausurándolo antidemocráticamente para luego convocar a elecciones a efectos de designar un Parlamento a su medida. Como insigne inepto que es, el tiro le salió por la culata.

Subsiste todavía un clan que se atribuye representar a lo que indebidamente llama “la prensa peruana”. Empecemos por esto último. No existe “una” prensa peruana. Lo que exhibe hoy el Perú son dos categorías periodísticas claramente definidas.

La profundización de la crisis sanitaria, social, económica y política que asfixia al Perú es culpa exclusiva de esta calamidad de mandatario que tenemos.

La siempre antidemocrática izquierda -o demócrata según su código de valores, sujeto a que en el instante que le convenga se mimetiza con el liberalismo; y cuando no pues abjura de él- ha logrado someter a este país a base de satanizar a quienes defienden este principio fundamental.

La razón de ser de este descalabro nacional; de este colapso de nuestra dirigencia, no es otra que la medianía de quienes han postulado para dirigir la nación sin contar con las debidas calificaciones profesionales y éticas, aparte de experiencia en administrar un Estado e inteligencia para ejercer el arte de la política.

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