Verano 2019: Recomendaciones para evitar la deshidratación

Ante las altas temperaturas que aumentan el riesgo de deshidratación, a manera de prevención, el nutricionista del Instituto Nacional de Salud (INS), César Domínguez, recomienda a la población beber entre seis y ocho vasos de agua al día (2 a 2.5 litros de agua aproximadamente) durante la época de verano.

“Recordemos que las pérdidas normales de agua diaria oscilan entre 2.3 - 2.5 litros (Orina: 1 - 1.5 litros, Sudor: 0.3 - 0.9 litros, Respiración: 0.4 litros, y Heces: 0.1 - 0.2 litros). Nuestro cuerpo se hidrata básicamente de dos formas: a través de la ingesta de agua pura (70% a 80%) y el agua contenida en los alimentos (20% a 30%), esta última proveniente en su mayoría de frutas y verduras”, explicó.

El especialista del INS refirió que el adecuado consumo de agua facilita el transporte de nutrientes, vitaminas y minerales por el organismo, favorecen la eliminación de impurezas y toxinas del organismo, lubrican y proporcionan soporte estructural a los tejidos y articulaciones, al tiempo que mantienen la piel hidratada y elástica regulando la temperatura corporal.

“Este líquido también contribuye a que las células del cerebro reciban sangre oxigenada favoreciendo el estado de alerta”, agregó César Domínguez.

Recordemos que, el cuerpo de una persona adulta está formado aproximadamente por un 60 % de agua.

Alimentos con alto contenido de agua

Frutas: la sandía, melón, pepino dulce, piña, papaya, mandarina, naranja, granadilla, blanquillo, fresa, uvas, tumbo, etc.

Verduras: la lechuga, pepinillo, espinaca, betarraga, zapallito italiano, rabanito, zanahoria, tomate, nabo, cebolla, hojas de acelgas, entre otras.

Alimentos que contribuyen a la deshidratación

Gaseosas, néctares, jugos envasados industrialmente, bebidas energizantes, milkshakes, entre otros.

Los más vulnerables

Son los niños y ancianos los más vulnerables y por tanto deben mantener una correcta hidratación. En caso de los pequeños son los que desarrollan una elevada actividad física y además contribuye de forma decisiva a dar estructura y forma del cuerpo mediante la rigidez que proporciona a los tejidos. Mientras que en los ancianos, el déficit de agua afecta a su organismo manifestándose estreñimientos, concentración de orina, acumulación de grasa, digestión lenta, etc.

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