Papa León XIV: historia del sumo pontífice que mantiene un lazo profundo con Perú
El ahora líder de la Iglesia Católicia dejó huella profunda en la Diócesis de Chiclayo, donde aún lo recuerdan con devoción y orgullo.
La noticia de que el cardenal Robert Prevost fue elegido como Papa León XIV llenó de júbilo a los fieles de Chiclayo, donde fue obispo entre 2014 y 2022.
Más allá del protocolo eclesiástico, quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre sencillo, devoto y cercano a las necesidades del pueblo. Su elección fue celebrada como un reconocimiento a su misión pastoral en Perú.
El sacerdote Jorge Millán, amigo cercano del ahora pontífice, recuerda que días antes del cónclave le escribió por mensaje: “Recen mucho, porque en el cónclave todo es posible”.
Millán, quien celebró junto a él misas y tertulias de año nuevo, testimonia la sencillez con la que el entonces monseñor vivía cada momento.
Durante su misión en Chiclayo, según Panorama, el nuevo sumo pontífice solía recorrer zonas rurales, celebrar misas en Hospitales y compartir desayunos con familias locales.
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“Era feliz comiendo tamales, arroz con pato y hasta cuy”, recuerda Millán entre risas. Su cercanía fue tal que muchos chiclayanos conservan fotos con él como reliquias familiares.
El nuevo vicediós no solo conquistó corazones con gestos de cariño, también lideró acciones firmes para proteger el patrimonio espiritual.
En 2018, enfrentó a un grupo que oficiaba misas no autorizadas en la capilla del Niño del Milagro de Eten. Denunció los hechos ante la Policía, sin perder la calma ni su vocación pacificadora.
Su devoción por San Martín de Porres marcó su camino. Fue nombrado obispo el 3 de noviembre, día del santo, y desde pequeño conoció su historia gracias a un tío que le regaló un chullo peruano.
“Aunque nacido en Chicago, tiene alma peruana”, dice su hermano Louis Prevost, quien lleva el segundo nombre de Martín en honor al santo moreno.
Durante la pandemia, el obispo Prevost celebró misas en las unidades de cuidados intensivos del Hospital Almanzor Aguinaga, donde además bendijo los aros de matrimonio de una joven pareja de médicos. “Ahora ya no nos los sacamos ni para bañarnos”, comentan con emoción.
Prevost soñaba con construir el Santuario del Niño del Milagro y llegó a recolectar 20 mil firmas que llevó al papa Francisco.
Aunque su camino tomó otro rumbo, el proyecto sigue vivo en la fe de sus seguidores. “Nunca fue figureti, trabajaba en silencio”, asegura Maritza Burga, quien lo hospedó en varias ocasiones.
En su tiempo libre, el nuevo papa prefería el tenis antes que el fútbol. Jugaba en las canchas del Jockey Club de Chiclayo, donde lo recuerdan con orgullo. “Tenemos fotos suyas jugando, es nuestro mayor tesoro”, dice David Falen, del club.
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