Leyendas y pecados eclesiásticos: La historia de un hombre que vivió 22 años como monja
‘Sor Margarita’, el dominicano que se hizo pasar por mujer embarazó a una creyente.
Los secretos y misterios mejor guardados del mundo eclesiástico han sido historias jamás contadas, por su trasfondo que se riñe con la moralidad y principios religiosos, entre ellos, un hombre que vivió como Monja.
Como bien dice el dicho “Dios perdona el pecado más no el escándalo”, estas son dos historias que rayan con el escepticismo y la realidad del ambiente cristiano que promueve la fe, el fervor y el respeto por la religión.
Durante más de dos décadas, nadie sospechó que “Sor Margarita” no era quien decía ser. Lo que ocurrió cuando se descubrió la verdad parece sacado de una película de ficción.
El hombre adoptó la identidad de “Sor Margarita” desde los cuatro años, cuando sufrió un accidente de tránsito que cobró la vida de sus padres.
Frank Tavares, de 73 años, nacido en República Dominicana, vivió en dos congregaciones diferentes durante 22 años como monja “Sor Margarita”, según evidencian medios de prensa locales, de la isla caribeña.
Según informaciones recogidas por diversos medios de comunicación, entre ellos el diario El Informe, Frank Tavares perdió a sus padres en un accidente automovilístico a los cuatro años. Sus abuelos eran tan pobres que lo llevaron y confiaron a un convento en Santo Domingo.
El día que cambió su vida
En el nuevo monasterio, se enamoró de una monja llamada Silvia y mantuvo una relación durante un año y medio. La mayoría de veces hacían el amor fuera del convento, pero comenzaron a circular rumores. En respuesta, decidió romper con Silvia y abandonar el convento porque se sentía culpable por haber engañado a su conciencia. Silvia estaba embarazada cuando se fue. Pero dijo no saber nada del niño.
Cuando lo descubrieron el informe decía que su secreto finalmente se descubrió cuando una maestra del convento descubrió una carta de sor Margarita a la hermana Silvia, que confirmaba su verdadero género.
Su romance con Silvia terminó cuando ella se mudó a Estados Unidos. Aunque nunca conoció a su hija, todavía él la considera el amor de su vida. En 1979, tras 22 años haciéndose pasar por monja, Frank se vio obligado a marcharse y comenzar a vivir como hombre.
Tras formarse como costurero en el mismo convento, rápidamente encontró trabajo como sastre, profesión que aún ejerce a sus 73 años. Tras salir del convento, escribió un libro titulado “La Monja Desnuda” y ahora trabaja como sastre-costurero.
Su extraordinaria historia ha aparecido en varios medios y programas de televisión y ha inspirado al menos dos libros: “La Monja Desnuda” y “Encrucijada en las Sombras”.
La leyenda de la papisa Juana
La leyenda de la papisa Juana, el mito medieval sobre la única mujer que ocupó el trono de san Pedro en el Vaticano.
Durante la Edad Media circuló la historia de una mujer disfrazada de hombre que fue elegida papa por unanimidad y linchada cuando dio a luz durante una procesión.
Según la leyenda, tras la muerte del papa León IV, Juana fue elegida papa de forma unánime bajo el nombre de Juan VIII, y gobernó durante dos años, siete meses y cuatro días. Durante su presunto papado, se dice que Juana fue muy respetada por su sabiduría y su capacidad para resolver conflictos.
La leyenda de la papisa Juana es una de las historias medievales más fascinantes. Según el relato, Juana fue una mujer que, disfrazada de hombre, logró ascender en la jerarquía eclesiástica hasta convertirse en papa. Aunque la veracidad de la historia está descartada, la anécdota ha perdurado a lo largo de los siglos y ha sido objeto de numerosos debates y especulaciones.
La primera mención documentada sobre Juana corresponde a Jean de Mailly, un dominico que cuenta su historia en una crónica escrita en 1255. Según ese relato, Juana habría nacido en Ingelheim, Alemania, alrededor del año 822. Desde joven, mostró una gran inteligencia y un deseo ferviente de aprender, algo inusual para las mujeres de su época, ya que la educación estaba reservada a los hombres. Para poder recibir formación, se disfrazó de hombre y adoptó el nombre de Juan Anglicus. Viajó a Atenas con su amante, donde estudió filosofía y teología, y luego a Roma, donde su creciente prestigio la llevó a ocupar importantes cargos dentro de la Iglesia, siempre disfrazada de hombre, durante el papado de León IV.
Sedia Stercoraria
La historia de la “papisa Juana” ha tenido tanta difusión porque durante los siglos XIII y XIV sí que fue dada por cierta en algunos círculos eclesiásticos. Incluso se llegó a afirmar que después del escándalo de Juana la Iglesia comenzó a verificar el sexo de los papas tras su elección. Y que hasta se fabricó una silla, conocida como “Sedia Stercoraria”, con un agujero en el asiento para que la persona encargada pudiera palpar los atributos papales y confirmar que eran masculinos. La silla existe y se exhibe en los museos del Vaticano, pero el fin del agujero nunca fue explicado.
Entre otros informes también se registra la aparición del único papa “hermafrodita” de la historia, se trata de Inocencio III (Gavignano, 1161-Perugia, 16 de Julio de 1216, quien fue el papa 176 de la Iglesia católica de 1198 a 1216.
Para la mayoría de los historiadores, la “papisa Juana” simplemente protagonizó un relato satírico creado para criticar la corrupción y el poder de la Iglesia, que fue transmitido de forma oral y creciendo en detalles según la imaginación de quien lo contaba en cada momento. Hay muchas discrepancias sobre el personaje original hacia el que iba dirigida la burla.
En el siglo XVI los protestantes llegaron a afirmar que la “papisa Juana” rompió la sucesión papal y la línea de san Pedro, por lo que “la ordenación de todos los sacerdotes católicos posteriores a ella no es válida”. Fue a partir de ese momento cuando la Iglesia decidió hacer una refutación de la historia, que fue aceptada por los luteranos. Desde entonces, el mito de la papisa ha sobrevivido en la cultura popular para convertirla en protagonista de novelas, obras de teatro, películas y hasta personaje de videojuegos.
Entre otros, informes también se registra la aparición del único papa hermafrodita, se trata de Inocencio III (Gavignano, 1161-Perugia, 16 de julio de 1216), quien fue el papa 176 de la Iglesia católica de 1198 a 1216.
Palpando los testículos al papa
Ante la gran controversia ocasionada por la famosa leyenda de la “papisa Juana”, se hizo necesaria la antigua práctica de comprobar si el nuevo papa escogido era hombre, la única manera de comprobarlo era palpándole los testículos.
El Palpati es un supuesto proceso en la elección del papa en el que se comprobaba si el elegido tenía atributos masculinos, introduciendo la mano por un agujero de la “sedia estercoraria”, un asiento especialmente diseñado para esta ceremonia. Allí el papa tomaba asiento y, si sus testículos estaban en su lugar, el Palpati realizaba su frase célebre y todos los cardenales respondían en coro “¡Deo Gratias!” ¡Gracias a Dios! El ritual se creó en relación con una famosa leyenda medieval, “El caso de la papisa Juana”.
Si visitas el Museo Vaticano, entre las muchas salas que hay que recorrer y obras de arte sacro qué admirar, encontrarás una extraña butaca, la cual tiene en el centro del asiento un agujero. Algunos guías del museo intentan pasar de largo y no dar explicación sobre ella, debido al pudor que les causa explicar de qué tipo de asiento se trata e incluso algunos han llegado a inventarse una falsa utilidad del mismo, señalando que se trataba de un evacuatorio papal (donde el pontífice hacía sus necesidades), pero esa explicación no es cierta.
En realidad ese peculiar asiento se llama “Sedia Stercoraria” y era utilizada únicamente tras haberse realizado la elección de un nuevo papa. El recién elegido pontífice debía sentarse en dicha butaca y un joven cardenal (solía ser el de menor edad entre los presentes) debía introducir su mano por debajo y comprobar si el Santo Padre tenía testículos y, por tanto, podía verificar que se trataba de un hombre.
Si así era, el joven cardenal pronunciaba la siguiente frase: “Habet duos testículos et bene pendentes” (Tiene dos testículos y cuelgan bien) e incluso un simple “Testículos habet” (Tiene testículos).
Dicha práctica comenzó a realizarse a partir de detectar algunos casos de travestismo por parte de mujeres que quisieron acceder al puesto papal. Una de las leyendas más famosas es la de la “papisa Juana”, ocurrida a mediados del siglo IX, y que explica que se descubrió que era una mujer cuando se le rompió la fuente durante una procesión por Roma, dando a luz allí mismo. Pero no es más que una leyenda.
Hay muchas versiones sobre la historia de la papisa Juana y los historiadores no acaban de ponerse de acuerdo sobre su veracidad. En lo que sí concuerdan es en el uso de la butaca Sedia Stercoraria durante muchos siglos (no se sabe a ciencia cierta cuándo dejó de ser utilizada). La gran pregunta aquí es si no hubiese existido la leyenda de la llamada “papisa Juana”, por qué el Vaticano habría construido la “Sedia Stercoraria”, ¿cuál sería la razón?
Mintió para que no lo echaran del convento
En sus declaraciones hechas a la prensa cuando estalló el escándalo, Tavares recordó que, de joven, sus genitales eran tan pequeños que incluso a él le costaba trabajo encontrarlos, probablemente, por eso creció como niña en un convento.
Vestía ropa de mujer y vivía como monja. “Me di cuenta que era hombre a los siete años, pero seguí viviendo como niña para que no me echaran”, dijo.
“Yo no me bañaba ni me desnudaba delante de las otras monjas, usaba ropa interior tipo panty-medias, fingía estar menstruando y me ponía ropa holgada a propósito”, manifestó.
“Pero por cosas del destino, una monja, con quien tenía una aventura amorosa, se quedó embarazada y tuvo que ser trasladada a otro convento”, señaló.
Dio a luz en medio de una procesión
Según la leyenda, tras la muerte del papa León IV, Juana fue elegida papa de forma unánime bajo el nombre de Juan VIII, y gobernó durante dos años, siete meses y cuatro días. Durante su presunto papado, se dice que Juana fue muy respetada por su sabiduría y su capacidad para resolver conflictos. Sin embargo, su verdadero género fue descubierto de forma dramática cuando “dio a luz en público durante una procesión”. De inmediato fue linchada por un gentío enfurecido y su nombre fue borrado de los registros oficiales.
La veracidad de la historia está en tela de duda por muchos motivos. El primero es que un suceso tan escandaloso habría provocado serios inconvenientes a la comunidad eclesiástica de la época. Por mucho que se hubiera intentado borrar cualquier registro del suceso, habría sido imposible que no exista ninguna mención oficial escrita. El primer documento en que aparece Juana es el relato de Jean de Mailly, escrito 400 años después de los presuntos hechos descritos.
El segundo motivo es que no hay una fecha exacta para situar el presunto papado de Juana. La fecha más repetida en las leyendas sobre ella sitúa su pontificado entre 855 y 857, pero hay una extensa documentación que confirma que durante ese periodo el papa fue Benedicto III, cuyo pontificado transcurrió entre el 29 de septiembre de 855 y el 17 de abril de 858. Jean de Mailly también habla de otra posible fecha en torno al año 1100, pero ahí tampoco hay un espacio en el que ubicar a Juana.
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