Fundador de plataforma de criptomonedas Tron sorprende al devorar plátano pegado a pared valorada en millones
El empresario fusiona arte conceptual y criptomonedas al devorar la polémica obra.
El empresario chino-estadounidense Justin Sun, fundador de la plataforma de criptomonedas Tron, sorprendió al comerse una de las obras de arte más controversiales de los últimos años: el plátano pegado a la pared.
La pieza, titulada Comediante y creada por el italiano Maurizio Cattelan, fue subastada recientemente en Nueva York por la casa Sotheby’s, donde Sun ganó la puja con una oferta de 6,2 millones de dólares.
El evento tuvo lugar frente a una multitud de periodistas e influencers, quienes observaron atónitos cómo Sun devoró la fruta tras un breve discurso.
“Es mucho mejor que los otros plátanos”, comentó antes de darle el primer bocado. Posteriormente, añadió: “Está realmente muy buena”.
Sun calificó la obra como "icónica" y la comparó con las criptomonedas, argumentando que ambas representan conceptos abstractos cuyo valor está determinado por la percepción colectiva.
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“Comerla durante una rueda de prensa también puede formar parte de la historia de esta obra de arte”, explicó, mientras los asistentes recibían como recuerdo un rollo de cinta adhesiva y un plátano, evocando el diseño original de la obra.
Desde su creación en 2019, Comediante generó intensos debates sobre los límites del arte conceptual y su valor intrínseco.
Originalmente exhibida en el Art Basel de Miami en Estados Unidos, la pieza ganó notoriedad cuando el artista David Datuna se la comió frente al público, asegurando que estaba interpretando el concepto de la obra.
En años posteriores, otros imitadores siguieron su ejemplo, como un estudiante surcoreano que, en 2023, consumió otro ejemplar de la obra en un museo de Seúl.
Justin Sun, sin embargo, llevó la performance a un nivel distinto, fusionando su acto con su visión del arte contemporáneo. Su acción no solo reavivó la conversación sobre el valor del arte, sino que también destacó su afán por cuestionar los paradigmas establecidos en el mundo del coleccionismo.
Mientras algunos consideran que devorar la pieza banaliza su esencia, otros ven en ello una forma de completar el ciclo de la obra, que pone en jaque la relación entre lo efímero y lo trascendente.
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