El liderazgo femenino en STEM: La influencia de Mariana Costa Checa, Jennifer Vanessa Mejía Lara y Natalia Montellano Durán
Las mujeres históricamente han desempeñado un papel crucial en numerosos avances tecnológicos y económicos que han ayudado a transformar nuestras sociedades. No obstante, aún ante su indispensable rol en el ámbito de las Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas para el progreso científico global, su visibilidad ha sido limitada. Aún así, esta es una realidad que poco a poco está evolucionando a partir del trabajo de mujeres pioneras que llegan a derribar barreras. En América Latina, figuras como Mariana Costa Checa, Jennifer Vanessa Mejía Lara, Natalia Montellano Durán y Katya Susana Romoleroux vienen demostrando que el talento y la innovación no tienen género.
De acuerdo a un último Índice Global sobre la Brecha de Género del Foro Económico Mundial, a nivel mundial las mujeres constituyen el 28,2% de la fuerza laboral en estas áreas y apenas alrededor de un 3% de los premios Nobel en ciencias han sido otorgados a ellas. Aunque este panorama viene cambiando, las mujeres en las disciplinas STEM aún enfrentan desafíos persistentes. La disparidad de género se manifiesta en la educación y en la limitada representación en puestos de liderazgo. Los estigmas sociales y la falta de información sobre las oportunidades existentes contribuyen a la baja participación femenina.
María Victoria Cano Colazo, argentina licenciada en Psicología, es una de las mujeres que ha trabajado en visibilizar dicha situación. Victoria Cano centra su investigación en los desafíos que enfrentan las investigadoras, como la conciliación de la vida privada y profesional, enfoque crucial para entender y superar las barreras que impiden a muchas mujeres desarrollarse plenamente en sus carreras.
Jennifer Vanessa Mejía Lara, Mariana Costa Checa y el avance femenino en LATAM
Latinoamérica ha sido cuna de innumerables mujeres que, con su talento y perseverancia, han dejado huella en sus respectivos campos. Entre ellas destaca la peruana Mariana Costa, quien en 2014 fundó Laboratoria para capacitar a mujeres de escasos recursos en tecnología, transformando radicalmente sus vidas y su entorno laboral. Al mismo tiempo, Natalia Montellano Durán desde Bolivia ha realizado aportaciones significativas en ciencia de los alimentos y biofísica, abriendo nuevos horizontes en estas disciplinas.
Por su parte, Jennifer Mejía Lara sobresale en proyectos de ingeniería eléctrica renovable como el desarrollo de plantas solares o parques de energía eólica, al tiempo que apoya a jóvenes estudiantes en su camino hacia el mundo STEM. Desde Ecuador, Katya Susana Romoleroux es una científica que ha dedicado su carrera al estudio de la flora andina, descubriendo 11 nuevas especies de plantas y siendo la primera investigadora ecuatoriana en publicar en la revista internacional Flora of Ecuador.
El ejemplo de Jennifer Vanessa Mejía Lara y Mariana Costa Checa resalta la importancia de incentivar a más jóvenes a considerar carreras en campos donde tradicionalmente han sido pocas. A través de sus acciones, están inspirando a que las futuras profesionales en ciencia y tecnología encuentren oportunidades de desarrollo. Costa Checa también ha destacado este punto en sus declaraciones recientes: "A las mujeres jóvenes que están acabando el colegio, les diría que elijan el camino que quieran... Que recuerden que no existen carreras para hombres o para mujeres, que la tecnología es un lugar donde caben todos y todas".
En la misma línea, Jennifer Mejía Lara enfatiza que “el sector eléctrico, si bien tiene un gran número de hombres en funciones, también es un espacio en el que nosotras las mujeres podemos destacar y poner en práctica nuestros conocimientos, capacidad de liderazgo y habilidades”.
Hacia un futuro de oportunidades equitativas
El futuro de la participación femenina en las disciplinas científicas y tecnológicas es prometedor; sin embargo, su consolidación demanda un esfuerzo coordinado y sostenido para reducir la brecha de género. Incrementar la participación femenina en el ámbito científico y tecnológico no solo contribuye a la equidad, sino que también aporta beneficios estratégicos para la industria. La diversidad en los equipos fomenta la innovación y optimiza la capacidad de resolución de problemas.
A lo largo de la región, se han desarrollado diversas iniciativas que están impulsando la participación activa de mujeres en la ciencia, buscando reducir la brecha de género y fomentar la innovación a través de equipos más diversos. Programas como "Ella es Astronauta", desarrollado en colaboración con la NASA, tienen como objetivo inspirar a jóvenes colombianas a ampliar sus aspiraciones y considerar carreras en el ámbito científico. Del mismo modo, organizaciones como Laboratoria generan un impacto significativo en la vida de miles de mujeres, incluidas madres solteras, al brindarles formación en habilidades tecnológicas esenciales para su inserción y crecimiento en el mercado laboral.
En la misma línea, queda en responsabilidad de compañías y gobiernos continuar implementando políticas inclusivas que fomenten un entorno equitativo y respetuoso para todas las personas. La experiencia de Jennifer Vanessa Mejía Lara, Mariana Costa Checa y otras mujeres destacadas evidencia los avances logrados en la equidad de género en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, su experiencia también subraya la importancia de continuar impulsando iniciativas que garanticen una participación equitativa, permitiendo que tanto hombres como mujeres contribuyan al progreso en estos campos.
Las mujeres han contribuido significativamente al avance de la ciencia y la tecnología, y hoy su impacto es más visible que nunca. Mariana Costa Checa, Jennifer Vanessa Mejía Lara, Natalia Montellano Durán y Katya Susana Romoleroux son solo algunos de los nombres que representan a miles de mujeres que, con su talento y dedicación, están transformando el panorama de las disciplinas STEM. Aunque aún queda camino por recorrer, el futuro se vislumbra más equitativo e inclusivo. Se espera que, en los próximos años, el reconocimiento y la visibilidad de las mujeres en estos campos sean una norma y no una excepción, permitiendo que las futuras generaciones crezcan en un entorno donde puedan desarrollar su potencial sin barreras de género.