Agustín Laje: «Sin educación, seguiremos siendo los idiotas que los políticos necesitan»

Una generación idiota, como has mencionado, no es una crítica exacta a la juventud, sino a un grupo de personas que no se preocupa por la política, sino que viven ensimismados en sus sendos aparatos celulares viendo tiktoks. ¿Cómo no ser un idiota?

En efecto, el idiotismo, tal como surge de su propia etimología que nos remonta al antiguo mundo griego, supone un ensimismamiento que aleja al individuo de las discusiones públicas y políticas. Si los griegos eran tan duros con los idiotas, eso es porque advertían correctamente que la libertad se encuentra en la participación política. ¿Cómo no ser un idiota, entonces? Participando de las discusiones de mi sociedad. Pero es claro que, para poder hacerlo, uno debe formarse: debe educarse políticamente. Si no nos educamos políticamente, seguiremos siendo los idiotas perfectos que nuestros políticos necesitan para continuar viviendo de nosotros y contra nosotros.

¿Cómo es posible que la sociedad idiota se informe menos que en tiempos anteriores, cuando ahora tenemos la información en la mano, literalmente? Es inconcebible que demoren más en ver las bondades de un teléfono, que el CV de un político por el que votarán.

La tecnología se ha vengado de nosotros, por así decirlo: al mismo tiempo que nos ayudó a liberar muchísimo tiempo gracias a los distintos aparatos que nos asisten todos los días, se cobró ese tiempo al volvernos superficiales y viciosos de un consumo tecnológico banal. Nunca hemos dispuesto de tanto tiempo, y nunca hemos al mismo tiempo gastado tanto tiempo en absolutamente nada: ver perritos y gatitos en Facebook, bailes ridículos en TikTok, o series interminables que no podemos soltar.

Los líderes de la generación idiota son, generalmente, cantantes cuyo único mérito parece ser que apoyan a la comunidad LGBT.

No apoyar al LGBT es motivo suficiente para ser cancelado de todas partes, no solo como político, sino también como cantante, como actor, como profesor, como artista, como periodista, como escritor, y como cualquier cosa que goce de alguna publicidad. Es increíble que todavía sigamos creyendo el cuento de que el lobby LGBT está “oprimido”. Es exactamente al revés: se trata de un lobby brutalmente opresor.

La juventud implica rebeldía, pero ahora la mayoría de jóvenes sigue a la manada y apoya toda esta agenda que reclama cuotas (de negros, gays, etcétera) en las producciones audiovisuales, cuando la verdadera inclusión se está dando de forma natural y sin imposiciones.

Eso es así porque olvidamos que la única igualdad que es compatible con la libertad se llama igualdad ante la ley. El tipo de igualitarismo al que usted se refiere precisa de una maquinaria estatal en permanente crecimiento y se basa en tratar des igualmente a los ciudadanos.

Tú has dicho que tu libro es una crítica al progresismo, al wokeismo. Y el principal problema que yo veo con esta ideología es la normalización de la autopercepción. Aquí, en Perú, un sujeto vestido de colegiala, que se hace llamar Thalía, entró al baño de niñas de un colegio y nada le pasó.

Conozco el caso. Me dio gusto que el pueblo reaccionara de inmediato contra ese degenerado. Vivimos tiempos en los que debemos defendernos de nosotros. Es ciertamente peligroso lo que está sucediendo. Hacerle creer a la gente que la autopercepción determina la identidad solo puede ocasionar numerosos conflictos. En primer lugar, porque las autopercepciones son estrictamente internas y, por tanto, resultan inaprensibles para alguien externo. En segundo lugar, porque es imposible decir cuál es el límite del criterio establecido. Me explico: si mi autopercepción de género determina mi “identidad de género”, ¿por qué no podríamos también decir que mi “autopercepción de edad” determina “mi edad”? Aplique el mismo razonamiento a cualquier criterio identitario y tendrá absurdos y conflictos por doquier.

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¿Qué papel cumple la familia para evitar que sigan apareciendo más idiotas, porque al final estos eligen a las autoridades?

Educando cultural y políticamente a sus hijos. No podemos confiar la cultura al sistema educacional establecido, ni podemos suponer que la familia debe estar “libre de política” en tiempos hiperpolíticos como los nuestros. Que los padres vuelvan a ser agentes educativos en su casa constituye una verdadera urgencia.

¿No te parece que los de la generación idiota son los primeros que serán reemplazados por alguna inteligencia artificial? Lo digo porque son los menos informados y, aún peor, los menos interesados en informarse.

Sin dudas. Y lo que es peor: estarán muy conformes con su reemplazo. Después de todo, la Generación Idiota lo último que quiere es pensar, trabajar, esforzarse, superarse, responsabilizarse… la Generación Idiota solo quiere que le digan que es víctima de algo, y seguir deslizando la pantalla en TikTok.

Pasando a otro tema, Alberto Fernández ha anunciado que no se va a presentar a las elecciones de octubre, ¿qué tantas posibilidades tiene Javier Milei o algún otro candidato de derecha de ser presidente de Argentina?

Milei es el único candidato de derechas en Argentina. En este momento, Milei se juega el segundo lugar. Pero como en Argentina hay segunda vuelta electoral (y ciertamente la habrá también este año), si Milei llegara efectivamente a ese segundo lugar, tendría muchísimas posibilidades de ganar el ballotage. En efecto, si llegara a segunda vuelta contra el kirchnerismo, el votante “macrista” le daría su voto a Milei. Y si llegara a segunda vuelta contra algún candidato del espacio macrista, el votante kirchnerista le daría su voto mayoritariamente a Milei.

De llegar algún representante a la derecha al poder tiene que imponer un shock de inmediato, como dolarizar el país, por ejemplo, o eliminar ministerios inútiles, porque con Mauricio Macri quedó demostrado que las reformas paulatinas no sirven.

Y eso es lo que Milei viene diciendo desde mucho antes de convertirse en político. Sin dudas, eso es lo que buscará hacer de ganar las elecciones.

Los que incendian nuestras ciudades son los de izquierdas

¿Cómo puede ser que un país, como Argentina, donde abunda la tierra fértil para sembrar productos y transportarlos con facilidad para exportarlos o para alimentar animales y venderlos como la mejor carne del mundo tenga 100% de inflación anual?

Eso se llama socialismo. En los años 80 tuvimos inflación 30 veces mayor a la de hoy. Y el problema era el mismo: socialismo. O sea, un Estado imprimiendo moneda a toda velocidad para cubrir su gasto elefantiásico. Una casta política parasitaria sin ninguna voluntad de achicar el Estado: esa es la raíz del problema.

¿Y por qué no hay una movilización de jóvenes que ven sus sueños truncarse al vivir en un país en crisis económica? Porque sí he visto movilizaciones proaborto, pero ninguna en contra de la inflación galopante.

Porque a la derecha le falta mucha política todavía. Los que incendian nuestras ciudades son los de izquierdas. Los de derechas simplemente se van del país, o tratan de sobrevivir en el más absoluto silencio. No digo que haya que imitar a la izquierda, pues la derecha se caracteriza por todo lo contrario a lo que aquella hace. Los de derechas respetamos la propiedad y la libertad de los demás, y aspiramos al orden. Pero cuando los políticos arruinan tu vida y la de tu familia, a veces hay que hacer algo más que descargarse a través de un tuit.

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